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Si hay algo que no puede faltar en mi lista de compras cuando viajo a Marruecos son sin duda las especias.

Los árabes, fueron excelentes mercaderes, pero sin duda destacaron por tener el monopolio del comercio de las especias durante al menos 5.000 años. Los árabes compraban las especias en la India y la transportaban por rutas tanto marítimas como terrestres hacia los puertos del Mediterráneo. Allí las revendían a comerciantes italianos que eran los encargados de su distribución por Europa.

Con todos estos antecedentes, en la gastronomía marroquí no podían faltar las especias. De hecho, yo diría que las especias son la clave de la gastronomía marroquí.

Hoy os voy a hablar de la mezcla de especias más popular en Marruecos, Ras el Hanout


Ras el Hanout es una mezcla de especias (entre 5 y 30 especias distintas) y por tanto con una fórmula no exacta en su composición. Cada comerciante crea su particular versión de Ras el Hanout, aunque existen unas especias que sí suelen estar incluidas y que coinciden con ser las más usadas en la cocina marroquí: canela, azafrán, cúrcuma, pimienta negra, cardamomo, pimentón, nuez moscada o jengibre entre otras.

Existen diferentes leyendas y creencias sobre el origen del Ras el Hanout, pero la más extendida es la que cuenta que un comerciante de especias llamado Abdalá, acudía al mercado de la antigua ciudad bereber de Siyilmasa (la actual Rissani) con sus dromedarios cargados con sacos de diferentes especias. Al llegar, Abadalá descargó cuidadosamente sus preciados sacos para poder venderlos en el mercado. Pero entonces, sus dromedarios se enzarzaron en una gran pelea, rompiendo los sacos, quedando las especias esparcidas por el suelo y mezcladas entre sí.
El avispado comerciante recogió la mezcla de especias del suelo, llenando nuevamente sus sacos e intentó sacar partido al problema.
Aprovechando la próxima festividad del Cordero, Abdalá vendió la mezcla de especias como si de una combinación exótica se tratase, la cual era popular en toda Arabia, y cuya fórmula sólo conocía él. Su "engaño" fue un auténtico éxito, y pronto la peculiar mezcla de especias se popularizó en el norte de África. Hoy en día, es la mezcla de especias más característica de Marruecos.

Ras el Hanout significa literalmente "cabeza de la tienda" refiriéndose a lo mejor de cada tienda. Por tanto, cada vendedor añade su toque particular a la mezcla de especias. En algunos casos, también se le añaden flores como la Lavanda o la Rosa de Damasco.

La receta más popular en la que el Ras el Hanout es protagonista es el Tajine de Mrouzia, aunque esta mezcla de especias se puede utilizar en otras muchas recetas. Eso sí, usada con moderación, ya que su sabor es intenso. Un dicho un poco machista dice que el Ras el Hanout hace que todas las mujeres sean excelentes cocineras ya que su sabor puede camuflar las malas artes culinarias.

Las especias en Marruecos, las suelen vender al peso en bolsitas de plástico, por lo que os recomiendo al llegar a casa, las vertáis en botes de cristal para que conserven bien todo su sabor.
Yo utilizo esta especia para darle un toque especial a los arroces y guisos. También lo utilizo para aderezar el pollo y para hacer salsas para acompañar otras carnes. Pronto quedará inaugurada la sección de Recetas, donde os mostraré como utilizar el Ras el Hanout en algunos guisos, carnes, etc.

Hoy os voy a hablar de un lugar precioso, los Jardines Majorelle, en Marrakech 

Marrakech es una ciudad asombrosa, llena de rincones mágicos, pero sorprende encontrar nada que destaque más que estos jardines, en la rojiza Marrakech.



En 1919, el pintor Jacques Majorelle decide instalarse en Marrakech, enamorado por completo de la ciudad, de sus colores, de su luz, de su arquitectura y de sus gentes.

Años después, Majorelle compró una finca cerca del palmeral de la ciudad y decidió construir su residencia inspirada en una villa morisca. En 1931, el arquitecto Paul Sinoir fue el encargado de realizar la casa taller del pintor, pero esta vez la inspiración recayó en el Art Decó, Le Corbusier y el modernismo, aunque también es notable la fuerte influencia árabe.

El taller estaba precedido de un estanque y poco a poco el pintor fue creando un jardín exuberante, con varios ambientes a su alrededor, donde habitaban plantas procedentes de todos los continentes: cáctus bambúes, cocoteros, palmeras, nenúfares, etc.

Azul Majorelle


Y mientras en su estudio, Majorelle seguía pintando, era conocido en París como "el pintor de Marrakech".
En 1937, crea un intenso color azul cobalto, con el que decide pintar su casa taller. A este color se le conoce como el azul Majorelle y es absolutamente precioso. Hoy en día es un color muy utilizado en moda.
Majorelle, concibe entonces su villa, como un cuadro y es por eso que en 1947, decide abrirla al público.


Años más tarde, aquejado por problemas de salud tras haber sufrido un accidente de coche, el pintor se traslada a Paris, y los jardines caen en el abandono hasta que en 1980 el modisto francés Yves Saint Laurent y su pareja Pierre Berge deciden comprar esta villa y reformarla, volviéndola a abrir al público y preservando así, la identidad del pintor.

Hoy en día los jardines siguen abiertos al público y yo diría que son visita indispensable.
Llaman la atención los impresionantes bambúes y otras plantas exóticas.

No es un jardín botánico

Jacques Majorelle era un enamorado de la botánica, y decidió crear su propio jardín botánico en su villa, pero hay que saber no se trata de un jardín botánico con datos técnicos sobre plantas, en ningún momento se dice que lo sea y esto lo aclaro porque sí he escuchado críticas respecto a ello.
Yo lo definiría como un jardín bellísimo, que impacta por el lugar donde se encuentra, que resulta muy exótico por la flora tan dispar que acoge y que destaca por ese azul marjorelle predominante.

El jardín no es muy grande, se puede visitar con calma, es más yo diría que se debe visitar con calma, porque a veces hace falta sentir esa calma en la bulliciosa Marrakech.
Eso sí, si queréis disfrutar con tranquilidad de estos jardines, tendréis que ir por la mañana. Y es que como punto negativo diré que me parece incomprensible su hora de cierre. En invierno, el jardín cierra a las 17.30, y bueno, lo puedo llegar a entender pero que los jardines cierren a las seis de la tarde en pleno agosto, para mí, no tiene sentido.

Comprendo que a partir del cierre al público se realicen las tareas de mantenimiento necesarias, pero vería mucho más lógico que se pospusiese la hora de apertura. En verano hace muchísima calor en Marrakech y estos jardines serían un respiro para esas tardes calurosas. Creo que aumentaría su afluencia de público de considerarlo así. Pero bueno, por lo que se ve, estos jardines se rigen por horario francés y no marroquí. La vida en Marrakech os aseguro que no termina a las seis de la tarde.

Su precio de entrada, actualmente 50 dirhams, me parece correcto, ya que la conservación de los jardines debe suponer un gasto considerable. Además parte de los beneficios van destinados a la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, que apoya proyectos sociales en Marruecos.

La casa taller del pintor, recoge hoy en día un museo Bereber, que representa principalmente atuendos, joyería y fotografías de las tribus nómadas del Norte de África.

Los jardines Majorelle se encuentran situados fuera de la Medina de la ciudad. No están demasiado lejos como para ir andando, pero si es verdad que no existe como tal, un paseo que te lleve directamente, así que lo más común es tomar un taxi. No te costará más de 20 dirhams.


Rue Yves Saint Laurent
Marrakech, Morocco



¿Sabes diferenciar una kasbah de un ksar?


Hoy os quería aclarar dos palabras que a menudo son confundidas: Kasbah y Ksar.
Bien es cierto, que dependiendo del país, ambos términos adoptan significados diferentes.
Pero yo os voy a hablar de la definición que acoge en el sureste marroquí. Y así, si vais a Marruecos, no metéis la pata. 

¿Qué es una Kasbah?

La kasbah es una casa fortificada, cuadrada o rectangular, con muros altos y flanqueada por cuatro torres de vigilancia a cada esquina. Principalmente las kasbahs cuentan con un patio central que dispone la distribución de las estancias.

Las kasbahs originales están construidas al igual que el resto de la arquitectura tradicional beréber. Utilizando como material principal el adobe, que no es otra cosa que una amalgama de barro y paja, secada al sol. Este material, tan primitivo, usado ya en la antigua Mesopotamia, es un excelente aislante térmico tanto para el frío como para el calor. 

Las kasbahs servían como residencia a familias con determinado poder, que en su interior se encontraban protegidas frente a posibles ataques, gracias a sus altos muros. Y en otros casos, también se utilizaban como fortines militares.

¿Qué es un Ksar?

Las kasbahs podían estar incluidas dentro de un ksar o lo que es lo mismo, una ciudad fortificada. De hecho podía haber varias kasbahs dentro de un mismo ksar.

A su vez, el ksar también contaba con torres de vigilancia y una muralla con acceso a través de grandes puertas. En su interior se ubicaban viviendas donde habitaban decenas de familias e instalaciones de uso común como podía ser el granero o la mezquita.

Estos pueblos fortificados se asentaban en oasis, donde la presencia de agua les permitía la subsistencia. También constituían un punto de abastecimiento y mercadeo para las caravanas que cruzaban el desierto.


Este es el ksar de Ait Ben Haddou, uno de los más importantes y sobretodo, yo diría que el más turístico de Marruecos, del que ya os hablaré en otro post. Como podéis ver, cuando digo ksar me refiero a todo el pueblo. Sin embargo la kasbah es la casa fortificada que vemos a la derecha y que os muestro en la siguiente foto.


Por último, como curiosidad, comentaros que ambas palabras tiene cabida en nuestro diccionario actual, aunque sólo en el origen. Nuestro término Alcazaba deriva de kasbah, mientras que Alcázar proviene de ksar.

Hay quienes cuando viajan quieren no tener que preocuparse por nada y que les lleven y que les traigan. Yo, en mis viajes suelo ser más intrépida. Nunca voy a la aventura. Antes de viajar he mirado y remirado información, hoteles, restaurantes, lugares no tan típicos, etc. Pero sí me gusta ir a mi aire, sin un guía que me diga: "corre corre", detrás mía.

Lo más habitual, si lo que buscamos es ir a nuestro aire, es alquilar un vehículo. Para mí, alquilar un coche me ofrece LIBERTAD. La posibilidad de ver lugares que no están en las guías de viaje, de parar en cualquier rincón para hacer una simple fotografía. De decir, estoy cansada y aquí descansamos, de perderse y tener que preguntar. En definitiva, de vivir mi viaje y no el de otros. Pero lo que para mí son ventajas, puede que para otros sean inconvenientes y no a todo el mundo le tiene porque gustar atreverse a descubrir un país de otra manera. Por supuesto, todo es respetable, pero yo hoy os voy a hablar de cómo es conducir por Marruecos.


Conducir en Marruecos


Alquilar un coche

Aunque Marruecos es un país que para el viajero resulta económico, alquilar un coche, no es precisamente barato. Las compañías de alquiler de vehículos que operan en el país, son las mismas  que podemos encontrar en cualquier país de Europa: Avis, Hertz, Europcar... y sus precios por tanto son bastante europeos. También, cuenta con que normalmente te harán pagar una fianza y un seguro. La fianza te la cobran a modo de prepago. Es decir te bloquean un dinero, que al devolver el coche se te devuelve. Yo no he tenido nunca problemas de que no nos hayan devuelto la fianza, aunque eso sí, no suele ser inmediata. De todas formas, si alquiláis un coche os recomiendo guardar toda la documentación hasta el final. Más vale ser precavidos.
Por lo demás, alquilar un vehículo en Marruecos no tiene más complicación que en ningún otro sitio.
Eso sí, aunque estemos pagando precios europeos, la flota de coches deja mucho que desear. Pero bueno, cumplen su acometido y con eso es lo que nos tenemos que quedar.

La gasolina

Parar a repostar en Marruecos no es nada difícil. Me sorprende que pequeñas aldeas cuenten con su propia gasolinera. Y en las autopistas existen grandes áreas de servicio que disponen de gasolinera, baños, restaurante, tienda, etc.
Pero lo que más me sorprende de las estaciones de servicio en Marruecos es nuevamente su precio. A mi parecer, para el nivel adquisitivo del país, el precio del combustible es demasiado caro. Por eso no es de extrañar ver a familias enteras sobre una moto, o camiones en cuyo remolque viajan grupos de personas. Hay que amortizar la gasolina!!


Las carreteras

La mayor parte de la población de Marruecos se encuentra al norte del país, donde están ubicadas las ciudades imperiales, las tradicionalmente más importantes y también las más turísticas.
Es por eso, que en el norte del país existe una buena red de autopistas de peaje, que además de estar en perfectas condiciones de conservación, suelen tener poco tráfico. El límite de velocidad es de 120km/h al igual que en España y están bastante bien señalizadas tanto sus salidas como sus entradas.

Sin embargo si lo que queremos conocer es el sur de Marruecos, la cosa cambia en cuestión de carreteras. La autopista más al sur, es la que conecta Marrakech con Agadir (en la costa atlántica). El resto del país está comunicado por carreteras nacionales y comarcales. Las carreteras nacionales se parecen mucho a las que teníamos en España hace veinte años. Esto quiere decir que tendrás que pasar pueblo por pueblo, reduciendo la velocidad a la entrada de cada municipio, ya no sólo por normativa, sino por el ir y venir de sus gentes: Carros tirados por burros, mujeres y hombres que cruzan sin mirar, niños que juegan a la pelota en la carretera. Parece insólito y la primera vez sorprende bastante, pero luego te llegas a acostumbrar.


Esto hace que las distancias pese a ser cortas parezcan tan lejanas. Y aunque Google Maps te indique que vas a tardar dos horas en llegar a tu destino, pronto te convenzas de que no será así. Las distancias por carretera en Marruecos se suelen hacer pesadas, por lo que te recomiendo que lo tengas en cuenta a la hora de planificar tu viaje (yo intento no marcarme destinos muy lejanos entre sí). Hay que tomárselo con la misma calma que va todo en el país.



Las ciudades suelen ser un poco más caóticas en cuanto a tráfico se refiere. Rotondas que nadie respeta, peatones cruzando por todos sitios menos por los pasos de cebra. Y la señalización es un poco confusa incluso a veces inexistente. Por eso, yo creo necesaria la utilización de un gps si vas a conducir por carretera en Marruecos.


La policía y sus radares 

Este es el punto que más me cabrea. No entiendo que exista tanto control policial a la caza de multas tan fácilmente cuestionables. Bueno, si lo entiendo, es puramente un afán recaudatorio y a veces, corrupción disfrazada de policía. 
Pero bueno, os hablo desde España, el país que está en boca de todo el mundo, precisamente por el tema de la corrupción. Y esto me indigna aquí y allí. 

Hay demasiada policía a las entradas y salidas de las ciudades, haciéndote supuestamente controles rutinarios. No penséis que van a la caza del turista. Son los propios marroquíes quienes se ven más perjudicados por este acoso policial. Pero bueno, suele intimidar que un policía te dé el alto, aunque finalmente te deje marchar, tras haberte preguntado a donde vas.

También hay demasiado control de velocidad, pero claro, no nos pensemos que hay radares fijos instalados en las carreteras y autopistas. Los radares marroquíes son manejados por Agentes, normalmente desde trípodes escondidos. Resulta muy curioso verlos a pleno sol detrás de un puente en la autopista, o detrás de un árbol de una carretera nacional. Así que cuidado, porque están al acecho y si te pillan tendrás que pagar una multa de 300 dirhams en el acto. ¡No hay quien se escape!
En las autopistas está señalizada la presencia de radares. Eso sí, nos avisa de su posible presencia en los próximos 30 km. Al pasar esos 30km nos vuelve a aparecer el mismo cartel, advirtiendo los próximos 30km y así consecutivamente. Es decir. Pueden estar en cualquier punto de la autopista, y no precisamente en tramos conflictivos. Y a la salida del peaje, la patrulla de turno, estará esperando a quienes hayan infligido la ley.

Hay quienes les han cazado y les ha servido el truco de poner cara de no me entero de nada, pero eso depende de las circunstancias, de la persona y del policía que te toque. Yo solo aviso!!

El código de luces y cláxones marroquí

Los marroquíes conducen con la mano pegada al claxon. No me preguntéis porque, pero es así. A veces no sabes quien está pitando y a quien le pita. Yo al principio siempre preguntaba: "¿pero nos pita a nosotros?". Al principio agobia tanto claxon, pero ya veréis que es algo habitual allí. Es su modo de advertir peligro, pero también, de decir espabila que el semáforo ya está en verde. Diréis que esto también ocurre en España, pero os aseguro que no a este nivel.

Pero lo que yo no he llegado a entender todavía es su código de luces. A veces vas por la carretera y el conductor que circula en sentido contrario al tuyo te hace una ráfaga de luz larga, otras te hacen dos, otras veces las ráfagas van acompañadas de gestos. En algunos casos compruebas que te están avisando de la presencia de policía en las cercanías, pero otras veces, supongo que quiere decir que adelantes porque no viene nadie, o que pases o vete a saber. Me queda pendiente descifrar este código, así que si hay algún marroquí por aquí le invito a que lo cuente.

Por lo demás a mi me parece súper divertido conducir por Marruecos. Bueno, también tengo que decir que normalmente voy yo de copiloto, así que también quizás me guste más porque voy cámara en mano, dejándome sorprender por casi todo. 
Y nada, espero que estos consejos te sirvan, si tienes planteado hacer un viaje a tu aire.


De compras por Marruecos



Marruecos es mi particular paraíso de compras. Cada zoco es una perdición donde puedes encontrar cosas maravillosas.

Hoy os hablaré del kilim


A diferencia de una alfombra, el kilim es un tejido plano que se realiza entretejiendo los hilos de la trama. Podíamos decir que es similar a un tapiz. Sus motivos son principalmente geométricos y predomina el color, que se obtiene a través de tintes naturales, como la henna o el índigo. No sé sabe a ciencia cierta el origen de estos tejidos, pero actualmente su elaboración tradicional continúa en manos de pueblos nómadas de origen musulmán, como los beréberes.


Principalmente los kilims son utilizados como alfombras o a modo decorativo en paredes, sin embargo en los últimos tiempos, en Marruecos estos tejidos se están incorporando al diseño de bolsos, botas, cojines...
Sus vivos colores están marcando tendencias y ya son muchas las bloggers de moda que se han apuntado a la tendencia kilim, como podéis ver aquí.




Las botas kilim

En mi último viaje a Marruecos, no pude resistirme de nuevo a la tentación de comprarme unas botas kilim. Además de ser súper cómodas, y ser de piel auténtica, combinan perfectamente con looks sencillos. Con jeans quedan genial!!

Son muchas las marcas que se han apuntado a esta tendencia, realizando modelos similares. Pero para mí no hay comparación. No tienen el encanto de las realizadas artesanalmente y compradas allí, donde cada par es diferente (rarísimo encontrar dos iguales, yo diría que es misión imposible) y en las que se pueden apreciar los remates de sus costuras.

Algunas amigas me piden que les traiga una botas kilim auténticas cuando viajo a Marruecos pero ojo, cuidado con los encargos!! Al estar hechas a mano, los números a veces no equivalen realmente a nuestro tallaje. Incluso puede que te saquen dos pares del mismo número y aun así no tengan la misma medida. Si vuestro pie coincide con el de quien os ha hecho el encargo perfecto, pero sino, aseguraros bien de que el tallaje es correcto.

¿Dónde comprarlas? 


En las ciudades más al norte de Marruecos es poco frecuente encontrarlas ya que los kilims provienen de los artesanos beréberes que habitan más al sur del país. En Marrakech las encontraréis sin problemas y también en Essaouira.
En Ouarzarzate, por su proximidad a aldeas típicas beréberes, podemos comprar kilims a muy buen precio, pero no existe tanta variedad de botas.

Sobre su precio


Mis últimas botas las compré en Essaouira, ciudad costera próxima a Marrakech, que os recomiendo visitar. Me costaron 350 dirhams (un poco menos de 35€). Tener en cuenta de que las botas están realizadas en cuero y están fabricadas artesanalmente, así que hablamos de un muy buen precio. Por supuesto hay que regatear, ya que los comerciantes te pedirán un precio bastante más elevado. En Marrrakech, no creo que las consigas por 350 dirhams ya que como dije en otro post, los precios en Marrakech suelen ser más altos que en el resto de Marruecos. Pero conseguirlas por unos 450 dirhams podría estar muy bien.

Para su cuidado, la lana con la que está hecha el kilim se puede limpiar con un trapo húmedo y jabón. Yo para la lana uso un jabón especial, pero no es necesario. El cuero se puede tratar con cera o grasa animal para protegerlo.

Estas son las mías y ya era momento de estrenarlas.






La primera vez que viajé a Marruecos, visité el norte del país.
Me impresionó que estando tan cerca, tan cerca, hasta el punto de poder ver la costa gaditana desde el puerto de Tánger, hubiera una diferencia tan grande. Al principio me chocó y sentí un poco de miedo a lo desconocido. Todo me sorprendía, todo era distinto. Pero no tardé mucho es descubrir la belleza en esas diferencias que nos separaban.

Sin embargo la primera vez que visité Marrakech no tuve esa sensación. No sentí ese tan cerca, tan lejos que ya os comenté en otro post. Por supuesto que existen contrastes, pero la huella europea se deja ver en la ciudad. Y esa influencia de nuestra cultura, ha marcado un carácter especial a Marrakech, aunque esto tenga su parte buena y su parte no tan buena.

La huella europea

Al ser Marrakech la principal entrada de turismo del país, la ciudad es internacionalmente conocida y me atrevería a decir que la inmensa mayoría de su población vive de ello.
Gracias a esta fuente principal de ingresos que es el turismo, Marrakech no es para nada insegura, (por lo menos yo no he vivido sensación de inseguridad en ningún momento). En toda la ciudad, pero en especial en la plaza Jemma el-Fna (la plaza con más ambiente de la ciudad) observaremos mucha policía velando por la seguridad del turista.

Marrakech se ha convertido en una ciudad muy liberal gracias a la presencia del turismo. Están tan acostumbrados a la afluencia de gente de todo el mundo que para nada les asombrará tu presencia.
Hay chicas que me preguntan si deben ir tapadas a Marrakech, si está prohibido enseñar los hombros o ponerse escote. Nada de eso está prohibido en Marruecos. No te van a detener, ni nadie se va a escandalizar, aunque eso sí, recibirás más de un piropo.


En parte gracias al turismo, en parte gracias a la globalización, el papel de la mujer lentamente está cambiando en Marruecos, especialmente en Marrakech. Allí vi por primera vez mujeres autóctonas con minifalda, que han decidido no llevar velo ni haik y vestir a la moda occidental. También mujeres que conducen sus propios vehículos e incluso mujeres policía. Si viajas desde otras ciudades del país, estos hechos sorprenden.
Por supuesto, sigue habiendo mujeres fieles a sus costumbres, pero el inicio del cambio está en esta ciudad.

Sin embargo también existen los efectos negativos de esta europeización como que los precios en Marrakech cada vez se parezcan más a los europeos. Ir de compras por sus zocos resulta mucho más caro que hacerlo en otras ciudades (aunque los productos suelan ser los mismos). La existencia de restaurantes y hoteles de lujo sólo pensados para el turista ha fomentado un incremento de los precios también en el pequeño comercio.
El problema es que ese incremento de los precios también afecta a una población cuyo salario mínimo equivale a unos 220 euros.
En mi último viaje a la ciudad, paramos en un hipermercado, similar a Carrefour que se encuentra a las afueras de la ciudad, en la carretera que va hacia Essaouira. Se trata de la cadena de hipermercados Marjane, también presente en otras ciudades marroquíes.
No me podía creer que al cambio un bote de champú Pantene, costase casi 4 euros (unos 40 dirhams). Ya me parece un precio alto en España, así que imaginaros lo que puede suponer para familias con sueldos tan bajos.

Otra cosa que no me gusta de Marrakech, es que la generosidad se suele agradecer con propina. Cosa que en el resto de Marruecos no ocurre tan descaradamente. Nada es gratis en Marrakech, incluso hacer fotos. Y entiendo que se viva del turismo, pero no a toda costa.

Y como en toda gran ciudad que se preste, el tráfico es un problema. La gran cantidad de vehículos hacen que Marrakech sea un auténtico caos circulatorio. Cruzar un paso de peatones puede ser una auténtica aventura.


Marrakech no es todo Marruecos, ni Marruecos es sólo Marrakech

Supongo que si solo viajas a Marrakech, te puedes quedar con lo bueno o con lo no tan bueno de la ciudad, pero sin duda, creo que no habrás conocido toda la esencia del país.

Cuando conocí New York, pensé que conocía Estados Unidos, pero no era así, sólo estaba conociendo una pequeña parte del país. Al salir de la ciudad vi otra realidad muy diferente, ya no había rascacielos, ni taxis amarillos, sino casas bajas y coches rancheras.
Lo mismo ocurre con Marrakech. Es una ciudad preciosa, mágica y pintoresca, repleta de monumentos y bellos rincones, pero fuera hay otro Marruecos más desconocido y auténtico, lejos de la turística ciudad roja.

Sin duda, si quieres conocer Marruecos, te recomiendo que no sólo visites Marrakech, ya que pese a ser una ciudad fascinante no recoge toda la magia del país. Fuera, existe un país mucho más tradicional, con pueblos remotos por los que apenas pasan turistas, con ciudades que lejos del bullicio de Marrakech, son auténticos remansos de paz.

Te invito a ir descubriéndolas conmigo en este blog.
Marruecos es mucho más.