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Ojalá no hubiera tenido nunca que escribir este post, pero las circunstancias mandan.

No soy musulmana, pero respeto el Islam, como respeto el Cristianismo, el Budismo, el JudaĂ­smo, o cualquier otra religiĂłn en la que el ser humano quiera creer.
El hombre siempre ha sentido la necesidad de creer en algo. Como seres racionales que somos, buscamos respuestas, esperamos un paraĂ­so, una reencarnaciĂłn, en definitiva, necesitamos tener fe.
Esa es la misiĂłn de la religiĂłn, dar explicaciĂłn a nuestras preguntas, dibujarnos el paraĂ­so, guiarnos hacia la reencarnaciĂłn, mantenernos viva la fe.

Como he dicho, respeto las creencias de cualquier ser humano, pero no respeto que en nombre de un Dios, unos desalmados impartan su propia ley, porque es eso, su propia ley. No es la palabra de Alá. No es su voluntad, ni la del pueblo musulmán.
Si existe un Dios, llamémosle como le queramos llamar, no creo que quisiera un derramamiento de sangre. No querría acabar con la vida de nadie por no compartir unas creencias, o simplemente por tomarse la vida con humor.

Podemos estar de acuerdo o no con las prácticas de la religión islámica. Para empezar, yo creo que no se puede juzgar desde el desconocimiento.
Como todas las religiones, el Islam predica cosas maravillosas y otras que podemos no compartir. Pero entonces deberĂ­amos analizar una a una cada religiĂłn, empezando por la cristiana.

Yo adoro Marruecos, y he conocido gente maravillosa, musulmanes en su mayoría, que por supuesto no comparten este movimiento terrorista y que respetan la libertad del prójimo, como predica el Corán.

Por favor, no podemos satanizar a todos los practicantes de una religión pacífica como es el Islam. Yihadista no es sinónimo de musulmán.
En estos días he leído y escuchado comentarios xenófobos hacia el pueblo musulmán, que me gustaría no haber leído, así como me gustaría que lo ocurrido en París, NUNCA hubiese sucedido.
Pero lo que no podemos hacer es cargar contra una religión que practican más de mil millones de personas en el mundo, solo porque unos pocos hayan decidido re-interpretarla.
Que aunque sea triste, la historia de las religiones siempre ha estado manchada de sangre. Que a nadie se le olvide lo ocurrido durante la Edad Media con las Santas Cruzadas, que de santas poco tenĂ­an.

Ahora más que nunca, aprendamos de los errores del pasado y caminemos unidos, sean cuales sean nuestras creencias, en contra del terrorismo. Estoy segura que si existiese un Dios, así lo querría.