Hoy os voy a hablar de un lugar precioso, los Jardines Majorelle, en Marrakech
Marrakech es una ciudad asombrosa, llena de rincones mágicos, pero sorprende encontrar nada que destaque más que estos jardines, en la rojiza Marrakech.
Años después, Majorelle compró una finca cerca del palmeral de la ciudad y decidió construir su residencia inspirada en una villa morisca. En 1931, el arquitecto Paul Sinoir fue el encargado de realizar la casa taller del pintor, pero esta vez la inspiración recayó en el Art Decó, Le Corbusier y el modernismo, aunque también es notable la fuerte influencia árabe.
El taller estaba precedido de un estanque y poco a poco el pintor fue creando un jardín exuberante, con varios ambientes a su alrededor, donde habitaban plantas procedentes de todos los continentes: cáctus bambúes, cocoteros, palmeras, nenúfares, etc.
Azul Majorelle
Y mientras en su estudio, Majorelle seguía pintando, era conocido en París como "el pintor de Marrakech".
En 1937, crea un intenso color azul cobalto, con el que decide pintar su casa taller. A este color se le conoce como el azul Majorelle y es absolutamente precioso. Hoy en día es un color muy utilizado en moda.
Majorelle, concibe entonces su villa, como un cuadro y es por eso que en 1947, decide abrirla al público.
Años más tarde, aquejado por problemas de salud tras haber sufrido un accidente de coche, el pintor se traslada a Paris, y los jardines caen en el abandono hasta que en 1980 el modisto francés Yves Saint Laurent y su pareja Pierre Berge deciden comprar esta villa y reformarla, volviéndola a abrir al público y preservando así, la identidad del pintor.
Hoy en día los jardines siguen abiertos al público y yo diría que son visita indispensable.
Llaman la atención los impresionantes bambúes y otras plantas exóticas.
No es un jardín botánico
Jacques Majorelle era un enamorado de la botánica, y decidió crear su propio jardín botánico en su villa, pero hay que saber no se trata de un jardín botánico con datos técnicos sobre plantas, en ningún momento se dice que lo sea y esto lo aclaro porque sí he escuchado críticas respecto a ello.Yo lo definiría como un jardín bellísimo, que impacta por el lugar donde se encuentra, que resulta muy exótico por la flora tan dispar que acoge y que destaca por ese azul marjorelle predominante.
El jardín no es muy grande, se puede visitar con calma, es más yo diría que se debe visitar con calma, porque a veces hace falta sentir esa calma en la bulliciosa Marrakech.
Eso sí, si queréis disfrutar con tranquilidad de estos jardines, tendréis que ir por la mañana. Y es que como punto negativo diré que me parece incomprensible su hora de cierre. En invierno, el jardín cierra a las 17.30, y bueno, lo puedo llegar a entender pero que los jardines cierren a las seis de la tarde en pleno agosto, para mí, no tiene sentido.
Comprendo que a partir del cierre al público se realicen las tareas de mantenimiento necesarias, pero vería mucho más lógico que se pospusiese la hora de apertura. En verano hace muchísima calor en Marrakech y estos jardines serían un respiro para esas tardes calurosas. Creo que aumentaría su afluencia de público de considerarlo así. Pero bueno, por lo que se ve, estos jardines se rigen por horario francés y no marroquí. La vida en Marrakech os aseguro que no termina a las seis de la tarde.
Su precio de entrada, actualmente 50 dirhams, me parece correcto, ya que la conservación de los jardines debe suponer un gasto considerable. Además parte de los beneficios van destinados a la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, que apoya proyectos sociales en Marruecos.
La casa taller del pintor, recoge hoy en día un museo Bereber, que representa principalmente atuendos, joyería y fotografías de las tribus nómadas del Norte de África.
Los jardines Majorelle se encuentran situados fuera de la Medina de la ciudad. No están demasiado lejos como para ir andando, pero si es verdad que no existe como tal, un paseo que te lleve directamente, así que lo más común es tomar un taxi. No te costará más de 20 dirhams.
Rue Yves Saint Laurent
Marrakech, Morocco
¡Qué lugar tan bonito! No lo conocía
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